On March 8, 2019, nearly a year and after the first of my interventions in Central Park, I decided to repeat the installation. After seeing thousands of women, from all backgrounds and ages, marching together claiming their rights during the previous year, I decided to pose what felt like a necessary —even inevitable— question: How can men be part of Feminism?
Watching the reaction of males passing by was priceless. There was a man that asked to leave his own message for other men: “be a ready shoulder,” he wrote. Some others said thanks for the work. However, the most moving moment was watching a mother and her two sons. When the boys approached the fuchsia notes, they were curious and asked her: “Is this a game? Can we take them?” She smiled and very calmly responded “It’s not a game. But we are going to read them together.”
My son turned 6 months old that day. I hope we too will read together soon.
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A finales de abril de 2018 desperté con una noticia que me hizo sentir una ola de rabia e impotencia como pocas en mi vida: la sentencia de La Manada. Leí desde Nueva York, donde vivo, las casi 400 páginas de esa sentencia mientras veía en la distancia cómo las calles se inundaban de miles de mujeres con un sentimiento muy parecido al mío. Con una diferencia: cerca de mí no hubo ninguna movilización, ninguna muestra de solidaridad. En aquel momento, embarazada de cuatro meses, sentí una soledad inmensa. Y decidí sacudir esa soledad, esa rabia y ese miedo con mi propia manifestación, mi propio homenaje, mi propio grito por mis hermanas.
Un día después todo esto se materializó en forma de intervención en Central Park. Los mensajes allí reproducidos fueron las consignas, que también funcionaron como hashtags, de aquellos días: #hermanaaquiestatumanada, #cuéntalo, #metoo #sinoessiesno… El fucsia, distinto al morado que utilizásteis en vuestro lado del océano, como analogía del color de los pussy hats que llevamos en la marcha en contra de Trump un año antes.
Ya en el séptimo mes de embarazo, reproduje la instalación en el parque del Retiro de Madrid y el Puente de Triana en Sevilla. Los tres lugares, muy similares, sirvieron para que las y los que por allí pasaban reprodujesen y se hicieran eco de mi voz, de nuestras voces.
Este 8 de marzo mi hijo cumplió seis meses. Y durante todo este tiempo me he preguntado cómo puede ser él también parte de ese cambio. Por esa razón decidí volver al lugar de la primera intervención. Los mensajes fueron una vez más los mismos, aunque la pregunta otra. Porque en inglés «to ask» significa preguntar y también pedir. Pedir y preguntar, un año después, cómo pueden formar los hombres parte del feminismo. Mientras encontramos respuestas entre todos, yo seguiré preguntando, pidiendo y exigiendo con la voz, el lápiz y la cámara un lugar y unos referentes dignos para mi hijo.